lunes, 18 de marzo de 2013


De todos los objetos los que más amo son los usados. Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados, los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera han sido agarrad0s por muchas manos. Esas son las formas que me parecen más nobles. Esas baldosas en torno a las casas viejas, desgastadas de haber sido pisadas tantas veces, esas baldosas entre las que crece la hierba, me parecen objetos felices.
Impregnados del uso de muchos, a menudo transformados, han ido perfeccionando sus formas y se han hecho preciosos porque han sido apreciados muchas veces.
Me gustan incluso los fragmentos de esculturas con sus brazos cortados. Vivieron también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas. Las construcciones casi en ruinas parecen todavía proyectos sin acabar, grandiosos, sus bellas medidas pueden ya imaginarse, pero aún necesitan de nuestra comprensión. Y, además ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas me hacen feliz.
Bertolt Brealcht (1932)

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